Viendo cómo inaugurar mis textos en este blog, y casi por azar, publico este álbum, el primero de unos cuantos que iré poniendo, con fotos de todo tipo factor, rh y época. Éstas, algunas pocas que nuclean al viejo en diversas actividades. Creo que si hay algo que he aprendido de mis padres, es a tener iniciativa, a hacer las cosas uno mismo, salgan como salgan, a usar un poco la cabeza, y sacarlas adelante. Así terminé, haciendo una carrera de diseño, y luchando para sacar cosas adelante. Pero también aprendi una diversidad de cosas, que van desde hacer agujeros en la pared y revocar, hasta tejer crochet.
Una vez, se me ocurrió que quería hacer una máquina para pulir piedritas. Siempre veia las piedras de colores que usaban los artesanos en las ferias, y las que estaban por ahí tiradas por ahí querian asomar con su color, pero estaban deslucidas, porque no estaban pulidas. El proyecto no tenia razón de ser, pero al viejo mucho no le importó, y aún así me ayudó a hacerlo. Conseguimos una base, un motor que diera vueltas, y un pedazo de caño con rosca de los dos lados, que se tapaba con un par de bulones que de un lado no eran huecos (y por ende, funcionaban como tapa). Metíamos todo ahí adentro, las piedras que quería pulir (que no eran más que cantos rodados afanados de una costrucción vecina), arena (que funcionaba como material abrasivo), y la máquina empezaba a girar con todo ahí adentro, activándose el constante traqueteo de las piedras que iban y venian, y golpeaban contra los lados del caño. Y al cabo de un rato las sacábamos, esperando algún tipo de resultado, que nunca fue muy efectivo.
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